No cabe duda que la vida es “desafiante”. Un nuevo trabajo, una relación inesperada o una enfermedad pueden ser ejemplos de esos desafios que nos intimidan, nos examinan y muchas veces nos asustan. Es importante saber, que dejarnos intimidar por el temor y el miedo a lo desconocido pueden poner freno al sentido de dicho desafío.
En Cristo sabemos que nuestra vida viene determinada por su voluntad, una voluntad que se vale de dichos desafios para transformar, madurar y santificar. No temas ante la incertidumbre de tu momento, su poder y su gracia serán esas manos que te capacitan y sustentan para hacer lo que Él ha determiando que hagas.

16 de Diciembre 2019
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