iempre se nos ha inculcado que tenemos que aprender a ver lo bueno a pesar de las circunstancias o que tenemos que saber embellecer nuestros momentos a pesar de que nuestra mirada se vea empañada por el dolor, la angustia o la desesperanza. Y no es por ser aguafiestas, pero en ese intento de ser un superhéroe desnaturalizado podemos llegar a sacrificar la realidad de cada uno y lo más preciado, nuestra propia identidad. Está muy bien vestirnos con resiliencia o agarrarnos a los sueños para no naufragar, pero entendamos que si somos limitados, nuestras fuerzas también lo son o si el dolor o la crisis es más grande que nosotros, nuestra capacidad de cambio sufrirá el peso de nuestra propia incertidumbre.
La Biblia nos habla de esa capacidad de superación en medio de la circunstancias más adversas, de esa victoria inesperada en medio de la prueba y de la fe inquebrantable en medio de la falta de evidencias. Pero recuerda que nada de esto se activa desde la confianza en uno mismo. Sólo se alcanza depositando nuestra fe y confianza en Dios. Él es el único dueño del poder para embellecer cada una de nuestras circunstancias. Está bien que confiemos en nuestras fuerzas, siempre y cuando estén fundamentadas en Él.
Romanos 8:28
11 Enero 2021