Siempre me ha producido mucho vértigo pensar en la eternidad. No se si será por lo limitado de mi pensamiento o por el ritmo constantes de las manillas de mi reloj interno que marcan precisas mis tiempos . Pero lo cierto es que no deja de asombrarme la gran incógnita existente en ese concepto y cómo DIos ha sido el único que ha podido ayudarme a entenderlo. De su mano he aprendido a mirar la eternidad sin tener escalofrios obsesivos y de una forma fácil y práctica: ¿Cómo? muy sencillo: aprendiendo a vivir con mi ojos puestos en el “ahora”. Por que la mirada al pasado o al futuro nos mantiene en una esfera limitante, condicionada por las emociones y acotada por nuestras expectativas o experiencias vividas , pero nuestro presente, nuestro “ahora” es lo único que se mantiene siempre libre, constante, perpetuo. Si consigo vivir en mi presente, aprendo a mirar lo eterno.
2 Corintios 4:18 No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
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7 Octubre 2020
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