Seguro que estás de acuerdo conmigo en que a todos nos encanta tener pleno control de nuestras circunstancias y si fuera posible poderlas manejar a nuestro antojo. Qué maravillosa sería la vida si pudieras manejar los hilos del éxito, de la felicidad o sencillamente del que me quede como estoy.
Y aunque pareciera loable vivir bajo la falacia del control, lo cierto es que tanta necesidad de dominio reside ni más ni menos que en un alto grado de inseguridad.
Y sí, aunque nos cueste enterderlo, somos inseguros viviendo una vida que es incierta, imprecisa, indeterminada… pero enormemente bella.
Pero llegarán días donde a pesar de ser un “control freak”, la circunstancia es mucho mayor que tu capacidad de control o la prueba es capaz de desmontar todas tus garantías de estabilidad. Y es ahí cuando descubres que es hora de soltarte de ti para abrazar una fuerza mayor, un poder genuino, un amor superior que te sostiene, te alienta y controla lo que tú ni siquiera eres capaz de imaginar.
2 Corintios 12:9
9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

1 febrero 2022
Comments